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martes, 30 de septiembre de 2014

La callada

Aquel día Barry preguntó a Laura en qué época le habría gustado vivir. Ella comenzó a hablar con esa soltura que le caracteriza. En mi mente yo decía: ¡A mi, a mi, pregúntame a mi! No tenía la respuesta pero quería que me preguntara.

Estaba tan concentrada que no puse atención a lo que Laura respondió.

Luego Barry preguntó con quién le habría gustado casarse. Ella contestaba mientras yo decía en mi mente: ¡Hey pregúntame a mi! ¡A mi por dios!

Olvidé con quién dijo.
Pensé: Me casaría con Enrique indudablemente.

Preguntó cuál era su pasión. Como no queriendo murmuré: No me veo viviendo en otra época. Se hizo un silencio y después siguieron hablando. 

Comenté por lo bajo: Ni siquiera sé cual es mi pasión 

Se hizo otro silencio el que fue roto cuando Laura siguió charlando: No les echo la culpa, soy yo la que no sabe relacionarse. Igual nunca terminaré de aprender de fútbol ni de saber de qué hablan las melodías de Vetusta Morla o saber qué calle me conduce a cualquier lado. Ellos tienen tanto en común y yo apenas puedo pronunciar algo.

Me acordé del Pogh cuando empezaba a hablar y todos lo interrumpían al punto de fastidiarse y no decir más nada.

Y es que siempre ha sido así. No sé interactuar con la gente ni siquiera con mi familia. Soy muy callada y cuando quiero hablar siento que nada hay importante que decir. Me limito a escuchar.

Cuando había fiestas no sabía cuál era mi lugar. Iba con los jóvenes pero después de un rato no encontraba qué hacer. Con los de mi edad pasaba igual. No encontraba mi sitio. Los veía a todos platicando y riendo animadamente y yo sin saber qué hacer ni qué decir por eso a todos sorprende que el fin de semana haya ¨actuado¨ en una ¨obra¨ de teatro callejero fungiendo como la abuelita de Caperucita Roja.

Sin miedo al ridículo acepté participar. Un centenar de personas fijaba la vista en mi, no me dio pena. Estaba en mi papel, gesticulando y haciendo tonteras. Eso si, cuando terminó la ¨obra¨ tuve temor de quedar paralizada a medio camino pero afortunadamente pude llegar a donde estaban Barry y Laura prestos a ayudarme por si las moscas mientras la gente me aplaudía. ¡Gracias público!

Me da gusto ver que después de lo que pasó, Laura y Barry vuelvan a ser amigos. Se alegró mi alma cuando los vi arreglando juntos el baño de la casa de los aviones. La manera tan cordial en que platicaban me hizo sonreír. Me dio gusto escuchar lo orgullosa que Laura está de su padre y lo bien que él se sintió al ayudar a su hija.

Las cosas van volviendo a la normalidad. Entiendo -lo supe desde el principio- que nada volverá a ser como antes pero es bueno saber que mi familia sigue siendo indestructible. 

Todo marcha como debiera aunque eso conlleve a volver a sentirme excluida de sus pláticas, eso no es novedad, sigo siendo muy callada.

Genio y figura...









martes, 23 de septiembre de 2014

Arcoiris

Una tarde cualquiera, hace unos días después de la tormenta se asomó el sol allá detrás de la frontera. Escondido tras los edificios alardeaba su esplendor bajo un cielo gris encapotado de nubes gordas. El espectáculo era maravilloso. Yo que no suelo asombrarme ante estos coqueteos de la naturaleza -a menos que esté drogada o enamorada- salí de mi casa ante la brillantez de la tarde casi noche. El sol alumbraba el cielo como un gran foco. Enfrente de él se veían las montañas regadas por una lluvia intensa. En medio del sol y las montañas se encontraba la mitad de un arcoiris. La otra mitad jugaba a las escondidas con los sensibles del alma.

Se lo enseñé a Natalia. A sus casi tres añitos, La Bella conoció un arcoiris y una puesta de sol como pocas en los brazos de su padre.
Le dije como pronunciar la palabra Arcoiris y la mostré los colores que tiene. ¨Acoidis¨ dijo la niña. Arcoiris repetí señalando con mi dedo regordete.

Quise tomar una foto con el celular para compartirlo en el blog pero nah! me dio flojera. Esa flojera o tedio o lo que sea es lo que me ha llevado de nuevo a tomar antidepresivos. No aguanto mucho la insensatez de la vida. Sus noticias burdas son soportables solamente con pastillitas chiquitas fáciles de tragar.

Luego...

... todo se volvió oscuro, El sol desapareció en unos instantes dejando que la noche se hiciera cargo mientras la gente seguía su camino. ¿Cómo se escondió tan rápido?

Tal vez sea el efecto que los antidepresivos están causando en mi. Quizás sea que las pastillas para dormir hacen que amanezca de buen humor o puede ser que las terapias están surtiendo efecto. A veces creo que estoy viviendo en un mundo artificial donde todo es bonito. Con pastillas la vida se ve mejor, así cualquiera disfruta el ocaso visto a través de los edificios.

Estoy tomando las terapias de buena manera aunque el consultorio quede al otro lado del mundo voy contenta. Lo tomo como un día de paseo. Me da el aire, veo gente, miro el cielo azul y todo eso que suelo no mirar escondida detrás de la ventana.

Se vienen tiempos duros para mi subconsciente aferrado a no dejar salir los recuerdos que dejaron secuelas en mi alma pero hay que sacarlos para poder avanzar y dejar por fin enterrada esa etapa de una infancia traumática que ningún niño debe padecer.

¿Para qué revivir el pasado? Porque esa es la única manera de saber qué camino tomar y comprender entonces el porqué de esta vida que me cuesta trabajo entender. 
No estoy convencida de querer desenterrarlo pero necesito hacerlo para que inconscientemente ya no nos siga afectando a mi y a mi familia.

Así es pero no debería serlo.

















viernes, 19 de septiembre de 2014

¡Ding dong!

La última vez que estuve despierta a estas horas de la madrugada, alguien tocó el timbre de mi casa. ¿Quién osa tocar a esas horas de dios? Abrí la ventana de arriba y pregunté quién era. Asomé la cabeza y pude ver a un tipo joven vestido con bermudas, playera y tenis. Al escuchar mi voz el sujeto por inercia volteó hacía mi. Al darse cuenta que le estaba viendo la cara se agacha caminando rápidamente a la salida de mi calle diciendo algo que no entendí. Sin medir las consecuencias Barry salió tras él pero no pudo ver que rumbo tomó. Lo que si vio fue a una mujer que paseaba a su perro. ¿A las tres de la mañana? ¿Quién pasea a su perro a esa hora y menos siendo mujer? En este país andar a esas horas en la calle es un suicidio. Al ver a la tipa, Barry le preguntó si había visto a un muchacho vestido tal y tal. Ella dijo que no -obvio- muy quitada de la pena. Tuvo incluso el descaro de pedirle dinero pero este la mandó al carajo. Al verla tan tranquila él sospechó que era cómplice del ladrón, (a esas alturas sabíamos que era tal por su actitud, tampoco era complicado suponerlo). Mientras Barry averiguaba, yo estaba encerrada en mi casa bajando a todos los ángeles del cielo, criaturas celestiales y ánimas benditas para que lo protegieran. Pensaba -¡Maldita imaginación!- en esos instantes tantas cosas feas debido a la tensión del momento y a mi estupidez de no haber detenido a Barry para que no se expusiera al peligro. Cuando apareció sano y salvo, pasó un coche gris conducido por una mujer. ¿Qué hace una mujer manejando sola a esas horas de la madrugada? En otros lugares puede resultar de lo más normal pero aquí no. Esa noche todo fue sospechoso. Unos minutos después el auto pasó de regreso. La mujer ni siquiera volteó a mirarnos. ¿Por qué no si llamábamos la atención por como estábamos? ¡Exacto amiguitos! Quería pasar desapercibida. Dedujimos ya muy guardaditos en nuestra casa que esos tres "trabajaban" juntos de malhechores. No hay más explicación. No es que veamos muchas películas policiacas, viviendo en Mexico uno se vuelve experto en tales menesteres. Fácil: uno toca para asegurarse que la casa esté vacía. Su cómplice -en este caso la mujer con el perro- vigila y la mujer del auto es la que además de vigilar los alrededores conduce el vehículo que servirá para llevarse lo robado. Así funcionan. Lo sabemos porque no es la primera vez que pasa. Apenas amaneció, Barry habló con unos cuantos vecinos y los puso en alerta. En este país tenemos que cuidarnos entre nosotros ante la nulidad de la policía para hacerlo. Así fue amiguitos como se los cuento. De cómo mi Vecino El Asesino y sus compinches agarraron a un ladrón y de como sufrí al pensar en la pobre madre del mozalbete les contaré otro día. Después de eso siento que quiero a los chamanes y bendigo la manía que tienen de no dormir ya que gracias a ello atraparon a una rata peligrosa.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Hablemos de alias ocasionales, trémulos y sin sentido

¿De qué platicamos hoy? ¿De la voz amenazante al otro lado de la línea? No, seria darle demasiada importancia a quien no debe quitarte el sueño. Las fulanas sin nombre revolotean en los cabellos canos de hombres buscando cariño. ¿Y ellos? Se dejan querer. ¿A quién le dan pan que llore? No temas, la voz de la consciencia es más fuerte que la del amor, dicen, a mi no me lo creas. Yo de amor sé más bien nada. Ai te lo haigas, dibuja tu nombre en mis venas. Pensamientos descabellados hurtados de vidas que no han ocurrido. Múltiple personalidad rondando tu mente. Hablemos de tantas tú en una sola. Aquellas que no olvidas pero ellas no quieren saber más de ti, pecadora insensata como Jennifer Natasha desaparecida en los likes de facebook hace un año. Cinderella Star con look de hippie fresa aplastando sus pechos para que nadie note que la niña ha crecido y tiene devaneos amorosos con bufones y poetas ariscos. Jani, la voz delgadita de quien se sabe sensible y enamorada, queriendo pasar desapercibida en las risas memorables de los que no sufren y los besos sin dueño. Los días amanecían oscuros para Almudena Ruiperez cuando creía que el mundo se acababa e inventose para sí el amor eterno y dejó de sufrir por arte de magia. Minúsculas perlas escurrieron de sus ojos perdiendose en la comisura de los labios criollos. Agua salada en vértigo subliminal. Ausencia perdida en infancias lascivas. Su pasado la condena. Florecita rockera tú te lo buscaste. Desanda el camino, no tengas miedo retroceder, en tu pasado está la respuesta. No temas a la regresión. Qué sabe nadie del oscuro amanecer detrás de una ventana esperando una ayuda que nunca llegó ¿Y donde quedó Annabel Lee? se fue a brincar de alegría cuando descubrió perdido en sus lineas oníricas a August Dupin. Colibrí hacedor de versos desaparecido desde muchos ayeres, vuelve a echar un vistazo a la musa a quien nunca le cantó. Niña, haz frente a la vida, es la única que tienes ya después hablaremos de literatura, musas casquivanas y poetas que escriben a la carta como dice aquel que tiene por costumbre andar con el ceño fruncido. Si has de morir que sea de amor y no como vulgo humano cualquiera. Sea pues, el mundo gire a paso lento, el mañana ya es hoy y tú estás aquí. Mercader de letras en tránsito al ocaso de una vida. Va siendo hora de inventarse un alias nuevo porque estos como tu amor -que no tu cuerpo- ya están muy manoseados. Click!

lunes, 15 de septiembre de 2014

Antesala de la felicidad perpetua

Estuve a un tris de que me mandaran con el siquiatra, afortunadamente mi opinión aún cuenta sino estuviera a un paso de entrar a la casa de la risa -para mi ir con el siquiatra es sólo el paso anterior al manicomio- y eso si no me lo puedo permitir. De todos los lugares que hay en el mundo, el manicomio no verá de mi ni el polvo.

Calma MaLquEridA calma, tienes que pensar antes de hablar acuérdate, no debes mencionar ciertas cosas que están vedadas para ti que no te encuentras en tus cabales. No hables incoherencias que quizás para ti no lo son pero para los demás si.

En un mundo donde la mayoría se esconde tras una máscara de cordura, tienes que mostrarte igual, ¿jajaja?

El caso es que si sigo hablando sin pensar la próxima vez no me mandaran tratamiento por un tiempo determinado sino que me encerrarán con los loquitos y de ahí no hay manera de salir. Por cierto ¿por qué creen que los locos son felices -según- por el sólo hecho de reírse sin motivo?

¡Dios mío amárrame la lengua! 

Dice quien tanto me ama que TODOS en mayor o menor medida han tratado de hacerme feliz -en mi casa, en el blog, en mi cotidianidad, doy fe de ello- porque mi vida es tristeza pura pero yo digo ¿Por qué tengo que estar sonriendo para que vean que soy feliz? Soy feliz como soy y ya, es todo. ¿Por qué tengo que comportarme como la mayoría para convencerlos? y en última instancia ¿Por qué tengo que convencer que soy feliz si con que yo lo sepa es suficiente?

Es verdad que al ver mi cara -en ella está reflejado lo vivido- tratan de aliviar un poco la carga que llevo en mis espaldas. Es obvio que si fuera tan feliz a nadie le importaría hacerme reír porque lo sería por el simple hecho de existir. Bueno pues, soy muy compleja es todo.

¿Los felices nunca lloran o lo hacen riéndose?

Yo soy feliz pero mi cara, mi actitud, mis dedos, mis letras, toda yo gritan que no lo soy. Caray, como dice Enrique la apariencia no es sincera. 

Jajaja que risa me doy.












viernes, 12 de septiembre de 2014

Pavarotti vive en el quinto piso

De este lado de la ciudad los aviones pasan muy bajito. Se escuchan sirenas de ambulancia. ¿Habrá ocurrido un accidente o hay un hospital cerca? No conozco mucho por aquí, igual no me pierdo. Los silencios en este sitio son muy diferentes a los de mi casa. Mi casa. Extraño mi casita, mis perros, a Calixto, al pez. Te extraño. De este lado de la ciudad hay mucha gente nice. Otra forma de vivir. Ladrido lejano. Es un perro de color blanco -creo- con una mancha negra, sólo una. El tono de su ladrido me dice que es grande. A lo lejos le responde otro. Imagino es un salchicha café. Extraño mi cama, ¿ya lo dije? Un avión surca los aires, diría un lugar común. La Bella estuvo a punto de borrar un madral de posts pero me di cuenta a tiempo. Mi corazón latió como si fuera caballo desbocado. Esa niña está rebasando mi sabiduría senil, en menos que lo cuento aprendió a manejar el iPad mejor que yo. Que no lo sepa su mamá porque arderá Troya. En esta ciudad "los renglones torcidos" somos invisibles para lo demás. Barry y su peculiar forma de amarme.¡Cuanto calor! Gotas de lavanda en mi almohada. ¿Qué estará pasando afuera? ¡Uuuuuuiiiii! Otro avión rompe el silencio. Tengo sentimientos encontrados. Si no fuera porque sé que Pavarotti está muerto diría que vive en el quinto piso de este lugar al que no pertenezco. Mañana será. Noche de perros. Desde aquí puedo ver la ventana donde se asoma la chica sordomuda. No imagino un mundo en sempiterno silencio. No podría -llegado el caso si así fuera- trastornar la vida de Laura, no sería justo. Otro avión ¡Dios! Hace mucho que no salgo a pasear, mañana lo disfrutaré. En esta vida sólo hay dos personas que pueden reírse de mi tembladera: la Bella y yo, los demás probarán mi furia. Igual les vale madre pero así es y haganle como quieran. Sirenas de ambulancia. Perfume de azahar para dormir tranquila. ¿Otro avión? La verdad es que han pasado más pero no lo escribo porque han sido demasiados. El post de los aviones. Sin embargo siguen pasando. ¿Qué estará haciendo Barry? ¡Estúpida de mi! Después de tanto tiempo vengo a darme cuenta de como escribir los acentos en el iPad, ¡vaya conmigo! Ya no debo decir majaderías, Natalia ha comenzado a repetirlas. Se oye muy graciosa pero nah! las Bellas no dicen groserías, yo soy la excepción. Dice el psicólogo que las mujeres no somos rencorosas sólo es que almacenamos mucha información. Tengo una extraña aversión por los poetas que escriben para otras musas. Un tequilita y sueltas toda la sopa. ¡Suerte te dé Dios! En mi celular existe un contacto llamado la MaLquEridA. Tantos años de marquesa y no saber mover el abanico. Quiero ir al baño pero estoy en casa ajena, ¡Joder! Y así fue como dio por terminada una amistad que nunca existió. Utopías baratas de alguien necesitada de cariño. ¿Otro avión? ¡Quiero ir al baño! ¿Me leerás de nuevo? Mañana iremos a comprar libros y perfumes y cremas y... de amor nadie se muere, fue triste saberlo. ¿Y si yo soy la primera? ¿Eh? ¡Awww quiero ir al baño!

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El canto de Cristóbal





Lo oí un domingo por primera vez. Su canto rompió el silencio adormilado del fin de semana. -Se llama Cristóbal- dije entre mis adentros. La forma de cantar la i me dice que se llama Cristóbal. Después de un consenso entre yo y mi otro yo, lo bauticé con ese nombre.

-Kikiriki- cantaba a las seis.
-Kikiriki- cantaba cinco minutos después batiendo las alas.
-Kikiriki- cantaba sin disimulo otros cinco minutos más adelante.

Perdido entre claxones estridentes, risas de niños juguetones, gritos de vendedores cotidianos  y música de banda a todo volumen tocada hasta el cansancio, el canto del gallo se abría paso para hacerse escuchar en un ambiente que no era el suyo. Su kikiriki fue un grito perdido entre los miles acostumbrados a existir.

Y ai va Cristobal duro y dale todo la mañana cantando cual barítono exitoso en época de conciertos. A cada rato su canto rompía el domingo soleado de esa semana. Si el gallo fuera mío por el sólo hecho de serlo pasaría a formar parte de los amigos que no se comen como en su tiempo lo fue Claudio, el gallo blanco que formó parte de una adolescencia que iba abandonado en pos de una vida mejor.

Cristóbal instalaba al final de la madrugada en la cerca de la casa de Doña Diabólica sus sueños desmañanados de ser el gallo más famoso y guapo del mundo.
En la parte más alta ensayaba sus do de pecho. Inflaba los pulmones y dejaba salir el aire con sus do re mi fa sol ininterrumpidos, después esperaba que las gallinas saliesen para deleitarlas con su melódica voz como pasaba en el corral del que provenía pero en este lugar las gallinas tardaban mucho en llegar y sus alas musculosas y fuertes quedaban vacías. Las gallinas para quien fueron hechos nomás no llegaban.
Abrazando al viento, Cristóbal enmudecía de a poquito.

Al caer la tarde y sin más nadie que le aplaudiera más que uno que otro colibrí perdido en el camino, Cristóbal recogía sus artilugios de ensoñación y se marchaba con su canto a pararse en el palo alto de la escalera oteando el horizonte esperando a las mentadas gallinas echarse a sus alas y tener la suerte de ser amadas por él, pero las gallinas nunca llegaron. En una ciudad caótica tales seres son casi inexistentes y si hubo alguna por ahí que lo escuchase no hizo caso porque hace mucho que no oyen un kikiriki y su corta memoria ha perdido rastro de ello. 

Pasada una semana y llevando metódicamente la rutina aprendida cada día a fuerza de hacer lo mismo porque en las ciudades no hay mucho que hacer, Cristóbal dejó de cantar. No se oyó más romper el silencio el kikiriki ruidoso. Nadie mas volvió a saber de él ni yo que ya me había acostumbrado a que cada mañana allá a lo lejos perdida en mi memoria, apartando sonidos, una niña mezclaba las campanadas de la iglesia, el piar de los pájaros, el olor a tierra mojada y el canto del gallo para rememorar aquellos tiempos en que muy de mañanita, mi padre nos levantaba para ir a misa los domingos y nosotros agarraditos de la mano no soñábamos en ser felices porque lo éramos con tan poco.


















Musa con cuernos

PARA LA MALQUERIDA

La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Es beso de agua y luz de ciegos en el desierto diario. La leo y me leo. La leo y la siento. La leo y la quiero. Vamos de la mano desconocidos y alejados por los caminos rotos y astillados de la vida cansada y del tiempo huraño. Refunfuñamos por todo y hasta en el infierno tienen miedo de que un día aciago lleguen nuestros pasos. Chocamos con mil horas arañamos las rutinas odiamos la compasión nos dan risa los ángeles y mucha pena los diablos. Nos cansa todo y más que nada el resto de los humanos. A veces herviríamos a los que nos rodean y otras daríamos la vida por hacer reír a un chavo. La Malque es un corazón de sol escondido y mil silencios largos. Toro Salvaje

Los Inmortales

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Ángeles de la fe

Yo traigo la verdad en mi palabra Vengo a decirte de un niño sin abrigo. Vengo a decir que hay inviernos que nos muerden, de la falta de un amigo. Vengo a contarte que hay luces que nos hieren, que existen noches sin whiskys ni placeres. Vengo a decirte que está cerca tu condena. Hoy una madre murió de pena. Déjame cantar, tengo vergüenza de ser humano como tú, en tu presencia. Descubrirme a mí mismo y en tu figura qué poca cosa somos sin ternura.